Hoy solo hay tiempo para leer un poema de Frank O'Hara, 'A step away from them'. Y ya me parece suficiente para un día tan largo y tan sin usar.
A UN PASO DE DISTANCIA DE ELLOS
Es la hora de comer, así que salgo
a pasear entre los taxis pintados
de ruido. Primero, por la acera
donde los obreros alimentan sus sucios
y brillantes torsos con bocadillos
y Coca-Cola. Llevan cascos
amarillos; supongo que los protegen
de los ladrillos que caen. Luego
por la avenida donde las faldas se arremolinan
sobre los tacones y se inflan
encima de los enrejados. El sol calienta, pero los
taxis remueven el aire. Miro
ofertas de relojes de pulsera. Hay
gatos que juegan en el serrín.
A Times Square, donde el anuncio
humea sobre mi cabeza, y más arriba
mana suavemente el agua de la cascada. Un
Negro de pie en un portal con un
palillo se mueve lánguidamente.
Chista una corista rubia: él
sonríe y se frota la barbilla. De pronto
todo es claxon: son las 12:40 de
un jueves.
El neón de día es un gran placer, como escribiría
Edwin Denby, como lo son las bombillas de día.
Paro para tomarme una hamburguesa de queso en JULIET'S
CORNER. Giulietta Masina, esposa de
Federico Fellini, è bell'atrice.
Y chocolate malteado. Una señora que
viste pieles en un día así mete a su caniche
en un taxi.
Hoy hay varios puertorriqueños
en la avenida, lo que
la hace hermosa y cálida. Primero
murió Bunny, después John Latouche,
después Jackson Pollock. ¿Pero está la tierra
tan llena de ellos como lo estuvo la vida?
Y uno ha comido y pasea
frente a revistas con desnudos y
carteles de BULLFIGHT y
el Manhattan Storage Warehouse
que pronto será demolido. Antes
pensaba que aquí se hacía el
Armory Show.
Un vaso de zumo de papaya
y vuelta al trabajo. Mi corazón está en mi
bolsillo, son los Poemas de Pierre Reverdy.
© Frank O'Hara
A UN PASO DE DISTANCIA DE ELLOS
Es la hora de comer, así que salgo
a pasear entre los taxis pintados
de ruido. Primero, por la acera
donde los obreros alimentan sus sucios
y brillantes torsos con bocadillos
y Coca-Cola. Llevan cascos
amarillos; supongo que los protegen
de los ladrillos que caen. Luego
por la avenida donde las faldas se arremolinan
sobre los tacones y se inflan
encima de los enrejados. El sol calienta, pero los
taxis remueven el aire. Miro
ofertas de relojes de pulsera. Hay
gatos que juegan en el serrín.
A Times Square, donde el anuncio
humea sobre mi cabeza, y más arriba
mana suavemente el agua de la cascada. Un
Negro de pie en un portal con un
palillo se mueve lánguidamente.
Chista una corista rubia: él
sonríe y se frota la barbilla. De pronto
todo es claxon: son las 12:40 de
un jueves.
El neón de día es un gran placer, como escribiría
Edwin Denby, como lo son las bombillas de día.
Paro para tomarme una hamburguesa de queso en JULIET'S
CORNER. Giulietta Masina, esposa de
Federico Fellini, è bell'atrice.
Y chocolate malteado. Una señora que
viste pieles en un día así mete a su caniche
en un taxi.
Hoy hay varios puertorriqueños
en la avenida, lo que
la hace hermosa y cálida. Primero
murió Bunny, después John Latouche,
después Jackson Pollock. ¿Pero está la tierra
tan llena de ellos como lo estuvo la vida?
Y uno ha comido y pasea
frente a revistas con desnudos y
carteles de BULLFIGHT y
el Manhattan Storage Warehouse
que pronto será demolido. Antes
pensaba que aquí se hacía el
Armory Show.
Un vaso de zumo de papaya
y vuelta al trabajo. Mi corazón está en mi
bolsillo, son los Poemas de Pierre Reverdy.
© Frank O'Hara
De FUMADORAS |
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