Una de las máximas de la individualidad bien entendida consiste en no culpar a los demás de nuestros fracasos ni de nuestros errores. Así, yo me entristezco o me alegro porque me predispongo a ello, decaigo o me crezco porque así lo decido… y sufro porque me apetece… porque me apetece escribir de puta madre, claro, y no encuentro otra forma de hacerlo que no sea el golpe interior de algo que me haga saltar y sentir.
La verdad es que los momentos orgásmicos, que los tengo, no me llevan nada más que a descansar con satisfacción y a olvidarme de mis plumas y del teclado de mi ordenata. ¿por qué, si quiero escribir, tengo que olvidarme de ese poso placentero y buscar el dolor de las preguntas? No lo sé, coño, no lo sé… pero es así, así funciono y no tengo ya remedio.
Si anoto ternura ante la visión de un niño o de una mujer en actitud de madre, me siento melifluo en su acepción más peyorativa.
Si siento compasión por mí mismo, noto el fracaso más humillante sobre mi sien y me dan ganas de pegarme un tiro.
Si me siento conmovido ante una acción del otro, le presiento necesario y me revuelvo por dentro.
Si me encuentro singular comparándome con los demás, se me pone cara de imbécil y se me afila el culo por purito goteo.
Si miro de frente al mundo, me veo tan acotado y pequeño que busco el prosaísmo de lo repetitivo.
Si me descubro astuto ante alguien, caigo enseguida en la jodida red del engreimiento y entonces soy el verdadero fracaso.
Si noto que una mujer me mira con cierta intención, siento que no daría jamás la talla entre sus piernas… y aparto la mirada.
Si me descubro dando un consejo, enseguida me callo y entro en ira.
Solo si noto que sufro en cualquiera de las circunstancias expuestas, soy capaz de robarle una frase medianamente brillante a la situación… incluso un verso.
De la vergüenza, de la ira, del anonadamiento, de la sensación de fracaso, de la imposibilidad, del miedo terrorífico, del pudor, de la incapacidad… es justo de donde he aprendido a sacar palabras como un malabarista… y busco esas situaciones a diario como si fuera un masoquista menor.
Y creo que lo hago porque me conviene.
De FUMADORAS |
He ahí la contradicción de casi todo artista: sacar el arte de lo que hace sufrir. ¿Terapia o masoquismo?
ResponderEliminarUn poquito de efimeridad, no pierda su granito de arena.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=rV5NLOL7Fjk&eurl=