Ir al contenido principal

La bondad de lo experiencial.

Otro día de libros y publicaciones [adoro el correo cuando viene cargado de estos regalos]. Esta vez recibo el último número [18] de ‘Prima Littera’ de manos de mi amigacho José Luis Morante [incluye carta adjunta] y me encuentro la sorpresilla de que Ricardo Virtanen hace una crítica de mi ‘El gato solo quería a Harry’ [no estoy de acuerdo, amigo Ricardo, en que la reiteración de asonancia en ‘eo’ haga endebles a los dos poemas que apuntas… quizás tendrías que buscarle la música a esos poemas, tú que te dedicas a ella, para encontrarles el juego sonoro al que yo jugué… Es solo un apunte, colega, pero un apunte de algo que yo valoré en su día, y no solo en los dos poemas de los que hablas en tu trabajo… a veces nos confunde esa moda de que las asonancias y las consonancias están prohibidas… yo creo que en poesía uno debe hacer lo que le pida el cuerpo… eso sí, siempre con el control de lo que se hace]. Mil gracias a ambos, José Luis y Ricardo. Luego, una cachondada de la editorial A Fortiori, ‘Ocupado’, una serie de lecturas breves para el WC… un volumen encantador y divertidísimo; El título ‘En torno a mi trabajo como pintor’, de Antonio López, editado por la Fundación Jorge Guillén [me apetece mucho meterme en su lectura] y La obra de tetaro ‘Postrimerías’, de José Ricardo Morales, también editado por la Fundación Jorge Guillén del colega Antonio Piedra.
Más gracias.
•••
El mejor material de trabajo creativo viene siempre de la propia experiencia y de la percepción de la realidad subjetiva de uno mismo. Imaginar sin base experiencial, dispersa; y crear desde conceptos ajenos y no vividos es algo que parte ya patinado de falsedad. Otra cosa muy distinta es comenzar una obra, un poema, una pintura, desde una premisas y con unos fines más o menos claros, y terminar en un camino absolutamente distinto [sabes cómo comienzas, pero nunca eres capaz de controlar hasta dónde llegarás]. A mí me sucede con mucha frecuencia el partir de una emoción intensa, positiva y bellísima… intentar un poema en ese tono y desde esa emoción… y rematar en una solución absolutamente distante de la idea inicial, una solución existencial, negativa, dramática.
Y me gusta mucho que ese azar suceda, que me quede la duda de que algo misterioso y ajeno a mí ha intervenido para producir el acto creativo que queda al final entre mis manos.
Y me parece ético reconocer que no controlo mi episodios casuales, que son casi todos, aunque siempre proceden de mi mundo experiencial, inexcusablemente.
También existe en el acto creativo una parte que tiene que ver mucho con lo laudánico, una parte en la que juego a creerme en la posesión de algo a lo que no puedo acceder de forma tangible… creando en ese tono obtengo la sensación de que poseo eso que me falta, de que lo he vivido y, por tanto, de que ello pertenece a mi mundo experiencial [debe ser un pequeño mecanismo de autodefensa el que lo produce]. Y de ello saco siempre tranquilidad de ánimo y sosiego.

De FUMADORAS

Comentarios

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj