Ir al contenido principal

Hoy tengo sensación de arroz hervido.


Seremos, Ángel Pasos amigo, de cuando lo poco fiable… huesos afilados. Poco más.
Ayer murió un cercano casi de mis mismos años, de mi generación [una generación vacía y vaciada a fuerza de intersecciones y anuncios luminosos]. Hoy tengo sensación de arroz hervido, de enculado a traición por un sistema en el que estuve y del que quise salir… estoy en la peor edad, la de las odiosas responsabilidades en las que los padres empiezan a ver el fragor de la vejez y las taras y los hijos empujan y asfixian. Creo que me quedan quince años así, atado a esa balanza llena de pesas falsas en la que destruirme.
Sí, la muerte es estupenda si tramita bien su tempo, pero una hija de puta si se muestra indecisa.
Tengo sensación de arroz hervido, blanco, pastoso, insípido…
El optimismo ahora es una refriega con los demás para estar solo, una huida hacia la quietud absoluta.
Y vuelvo a las palabras como puñales de hace unos días: ‘una generación tan hecha, tan fácil, tan soberbia... tan banal’. Yo la habría calificado de deshecha, dificilísima, pobre y sombría… ¿pero soberbia?… ¿si es soberbia no callar lo que piensas sobre lo que aborreces, ironizarlo mientras aguantas el tipo como un vencido? Y no es soberbia porque no hay desprecio, sino aborrecimiento; porque no hay altivez, sino derrota; porque no hay envanecimiento, sino asco… aunque sí hay cierta actitud injuriosa, mucha cólera y bastantes ganas de agresión directa.
Sé que soy obsceno cuando aborrezco, y aborrezco fundamentalmente a los que solo miran para sí mismos, a los que le buscan utilidad a todo y a todos… cuando se cruzan en mi camino no puedo quedarme en la conmiseración de su edad o de su estado y entonces soy obsceno, casi sanguinario. Siempre creí que a cada uno hay que darle lo suyo, ni más ni menos, y no hay pena ni conmiseración que valgan. Quien busca el golpe se merece el golpe… y eso no es soberbia, es justicia, una justicia que vale igual para el hombre en perfectas condiciones de uso que para el ajado y viejo. ¿Era acaso mejor Pinochet por ser anciano?, ¿se le debía un respeto a la edad?, ¿era soberbia juzgarle con fría ironía y definirle con acidez?
El verdadero infierno es el que pisamos a diario, el que tomamos y el que damos a diario… destruye lentamente, anonada, inflige heridas constantes y deja llagas abiertas. Y el paraíso también es parte de ese infierno.
Ponderar la existencia de algo no es dominarlo. Y eso es jodido para un tipo como yo, que siempre pensé en dar la existencia por la palabra [nada existe hasta que yo lo nombre]. Saber no implica dominación, como no saber no es justificación para la culpa.
Llego ahora de un sepelio y percibo que la tragedia solo es capaz de existir durante un segundo, y que lo demás es abundancia de máscaras y gasto de gestos. El suceso, cada suceso, es trágico mientras se consuma, pero luego es representación y aspavientos inútiles. Y todos participamos en esa representación de la tragedia sin sentirla, sin imaginarla siquiera.
A mí me duele la pérdida en lo que supone de cosa común, pero no sabe dolerme con lágrimas ni con gemidos, me duele como una uña encarnada que no afecta al conjunto del cuerpo, porque somos en la individualidad una síntesis de lo que es el conjunto, y no se pierde demasiado si el dolor es centesimal… quizás no se pierde nada.

Comentarios

  1. El puñal, como un rayo de sol, incendia las terribles hondonadas (creo recordarlo así).
    He intentado deconstruir una y otra vez la frase "una generación..." y no puedo. Será que tiene que pasar mas tiempo, que no tiene demasiado importancia o simplemente el no saber hacerlo (será lo mas seguro).
    Reconozco que la ironia es un recurso fácil y muy vistoso...lo siento de nuevo.
    Con esa entrada en tu blog sentí "eso" y hoy siento que con tu habitual aceptación del ser humano como tal (acondicional, atemporal y todas las aes restantes)ese arroz hervido al cual también tratas con desprecio a mi se me antoja arroz con leche: suave, saciante, entrañable.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Pero quién merece el golpe, Sr. Comendador? Todo es relativo, no hay verdades absolutas, sólo depende del lugar desde donde se mire.
    Lo que para unos es un acto de generosidad, para uno mismo puede ser egoísmo (para sentirse bien)
    En Europa vender una hija es una aberración, una locura. En otros lugares una niña equivale a una lavadora y se quedan tan tranquilos. Sigue siendo una aberración, pero no para ellos.
    Acaso Hitler se arrepintió de lo que hizo? Acaso los judíos se arrepienten con los palestinos?
    Pues eso se puede aplicar a cada uno de nosotros. Lo que a ti te hace sufrir, Sr. Comendador, lo que para ti merece un palo, para el otro es el pan de cada día, y por mucho que te rebeles, esto es así, siempre lo fue y desde luego desde la fuerza (a base de golpes) no se cambiará. Tenemos que aprender a administrar la vida para no volvernos locos.
    Y aunque los inquietos (como tú) busquen soledad, siempre habrá alguien que les siga!
    (jeje, que bien me han quedado éstas frases, me la apuntaré)
    Pobrín! ves como también tienes paciencia?. Vaya parrafada que te he "soltao" y me he quedado tan "pichi"!

    ResponderEliminar
  3. Siento de corazón que te encuentres mal, pero tú y yo sabemos que nunca vamos a dejar de pelear. Tienes que trabajar para que, desde el fondo de ese dolor surja el hombre que ha conseguido avanzar un paso más en el camino de la experiencia y de la sabiduría. Amigo, te quiero guerrero, como siempre lo has sido, luchando por tus ideas y nuestras vidas. Te quiero cargado de esperanza y sin desesperación. Te quiero fuerte y vivo, más poeta y escritor de lo que nunca has sido.
    Vamos, tú sabes bien que aún no has escrito tu mejor poesía.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj