Ir al contenido principal

Que ya se me pasó la morrionera.


Bah, que ya se me pasó la morrionera y vuelvo a querer a Bob Dylan como siempre, que a un padre espiritual hay que perdonarle los días delgadinos y cacagüeses, porque si no uno no sería ni un buen hijo espiritual ni una buena persona. Na, que me escuché de un tirón el “No Direection Home””, de 2005”; el “Love and Theft”, de 2001; el “Desire”, de 1976 y el “Patt Garrett & Billy the Kid”, de 1973, y que me puse morrionete y me deshice en ese ‘Tú sí que eres grande, Bob’ que se me viene a la boca con cada una de las audiciones tranquilitas que hago de su música [que es mi música].
Bob me trae siempre los días rebeldes [aquellos días perdidos y maravillosos] en la aldeína de Llueves durmiendo bajo una manta con tres colegas, las jornadas de protesta en el faro de Ribadesella o en las amarillas calles helmánticas, el no querer pensar como mis padres y quererlos a muerte, el rular del porrete de medianoche con sus risas cosidas, el hambre de mujer con amor libre a cuestas y las noches de tienda de campaña en Picos de Europa con su cosa edelweis y sus calcetines rojos gordos, las tardes de Latina con un mundo enterito que arreglar y unas birras después para olvidarlo todo, las manchadas de El Judío arrimado a los últimos borrachines de la noche, los ratos con Adares y las risas sin mácula junto a mi buen Riobó, la rabia por lo del abuelo y los días de muerte cercana…
Bob siempre estuvo ahí, a mi ladito, en cassette o en vinilo, para darme la pauta del pensamiento nuevo, para indicarme que nada es lo que parece, porque es peor, pero que hay soluciones a medio y largo plazo [soluciones de ser y no de estar].
Así que te perdono lo del otro día, carapito, y me quedo con tu música hermosa y con esa poesía que también detonó algo aquí adentro una noche de hace ya demasiados años. Tú no me debes nada, colega; soy yo quien te debe una estética y una profundidad que son camino hoy y lo fueron ayer también.
Gracias por todo, amigo… y hasta creo que te comprendo.
Bye.

Comentarios

  1. Bienaventurado todo aquel que pueda vivir de las rentas....
    Y bienaventurado aquel otro que sepa perdonar al "carapito"! (jaaaaaaaaaajaja, por favor qué bueno! me he meao de la risa).

    Un besito con carcajada.
    Donce

    ResponderEliminar
  2. Muy bien explicado ese sentimiento de decepción, recuerdo y agradecimiento. Tu conclusión con respecto a Dylan me ha recordado la que pedía para sí Machado:
    "Pues al cabo, nada os debo
    debéisme cuanto he escrito"
    También yo tengo ya muchos recuerdos y pérdidas. Y hoy la red está especialmente nostálgica.
    Buen verano.

    ResponderEliminar
  3. Ya nada es igual al tiempo vivido, pero siempre quedan posos de todo lo anterior que influyen en lo que queda por vivir, ese es nuestro bagaje.

    ResponderEliminar
  4. Disco de Bob Dylan, "Planet Waves" (de los primeros que compré), en la casa vieja de la electra, de Juan Luis, en uno de los guateques, suena "Going Going Gone" una de la que se baila juntitos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj