Ir al contenido principal

Carne.


Somos carne que acontece y se traba, que a veces se divide o descansa como las jarras de Morandi, carne roja que poco tiene que ver con la vida que llevamos o con la lógica absurda de los días urbanos… somos carne tapada por el fieltro o el algodón tintado, carne sin demasiada importancia para quienes trafican con ella, carne tierna a veces y también bien servida en la pose simétrica de los banquetes… somos carne ensayada y a veces también débil… carne que toma asiento y sorbe un café o se detiene en unas líneas, carne pasada que se pudre sin más una tarde de otoño y se amontona en el seco tictac de los relojes, carne que hizo lo que pudo y administra las muertes de los significados… carne sin más misterio que ese azar que cubre lo impalpable, carne como un vuelo de pájaros que apenas reconocen el último árbol que les sirvió de cobijo, carne que fuera intacta un día y que hoy ha sido escrita por otras carnes pares con embriaguez de lirios y promesas.
Las rosas del jardín posan espléndidas y hay un bistec de ayer en la nevera.

Comentarios

  1. Hola Luis Felipe, suelo leerte en voz alta y hoy me sonaste requetebién. Un beso

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj