Ezra, a pesar de su pensamiento fascista y antisemita –me alegré de leerlo antes de conocer su pasión por Mussolini–, fue capaz de poemas mágicos y, sobre todo, me embelesó saberle miembro de la Generación Perdida... aquello me impactó cuando era jovencillo... ‘hostia, tú, ser miembro de la Generación Perdida’, le decía a mis amigos más cercanos, a los que tenían afición a la lectura, como yo la tenía... y luego... ‘fíjate, si fue colega de Tzara, de Duchamp, de Léger... un tipo con esas amistades debía ser como un dios... un dios menor, sí, pero un dios’... esos indicios eran parte de mi pasión por la literatura, pues en ellos veía la aventura nueva, esa aventura que antes radicó en Salgari o en Verne por lo patente de sus historias... y la aventura nueva consistía en pertenecer a algo minoritario y escondido... y rozarse con tipos realmente apasionantes... por aquella época –mis primeros años universitarios– solo podía ‘rozarme de vista’ con Aníbal Núñez o con Manolo Díaz Luis... también con el profesor Galán, que tenía su cosa extraordinaria... y Ezra supuso aquel salto de la aventura imposible a la posibilidad de la aventura que con los años alcanzó su cénit tomando copas con Ángel González, comiendo un cocido con Pepe Hierro, tomando un café con Claudio (él se cepilló un par de copas de chinchón mientras yo me despachaba un café solo) o cenando al lado de un iracundo Fernando Arrabal... y también aquella otra aventura hermosa de las cartas constantes con Javier Lentini o con Rafaelito Pérez Estrada... y sobre todo la aventura verdaderamente maravillosa que supuso cruzar noches y rastros con Morante, con Abraham Gragera, con Urceloy, con Belencita, con Marino, con Ada Salas, con Ramoncito G. Mateos, con Regino, con Valera, con Antonio Gómez, con Neuman, con Josetxo, con Juanito, con Herme, con Hugo Izarra, con Orihuela, con Uberto, con Manolito Moya, con César Yuste, con Alberto, con Enrique Cabezón, con Virtanen, con Jesús Márquez, con Paquito Ortega.... con tantos tipos que verdaderamente conforman y son la hermosa generación perdida española... desde Ezra hasta aquí han pasado un montón de años dispares, llenos de altibajos y llenos de intensidad, años felices, con ganas y con desganas, con pequeños absurdos triunfos y con grandes fracasos, con distancias y abrazos fuertes y con alguna ingratitud tan perdida ya como la generación que conformamos... y es realmente hermoso detenerse algún día, como hoy, para enredar en ese equipaje aventurero... recuerdo que de ese tiempo generacional salieron cosas tan locas como el manifiesto ‘Poesía inútil’, la formación jocosa en una noche escuriala de la ‘Poesía de la sementalidad’ con su venus pándémica y celeste, la casi inexistencia de ‘Cuadernos del sornabique’, la entusiasta creación de ‘lf ediciones’ con sus más de 170 títulos publicados en las colecciónes ‘El árbol espiral’, ‘Libros del consuelo’ y ‘La viuda alegre’, el hilarante semanario ‘Béjar información’ -alguien tendrá que buscarle las vueltas a ese pasado periodístico (?) de cuatro locos de atar y desatar-... y la empecinada historia ‘Sornabique’ con viajes a África... y mis chicos You y Malick... y las divinas ediciones sin futuro de ‘El brut de los corazones solidarios’ o el delicioso uno de ‘Standdart books’ junto al Hugo más inteligente y negro... y su rastro Viadero y Sol, Covi, Feyza, Javi Brasil, Joan, Anam, Urah, Ceci, Concha, Mayca, Emma, Luis, Mª Ángeles y todos esos tipos extraordinarios de los que me olvido... y la gran Lorena Pajares, un ser extraordinario en este tiempo torcido.
Al final, mi aventura querida desde crío se ha hecho realidad... soy como Ezra en ese sentido, como el Ezra al que admiré durante un tiempo... o mejor... mucho mejor.
Aunque todo acabase ya mismo, puedo darme por satisfecho.
Tú no te vas a ninguna parte sin pasar antes a verme.
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