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José Luis Morante


Cuando Jorge Wagensberg escribió que «La noche es el eclipse más frecuente», sus zapatos bailaban fuera de sus pies y probablemente no hacía frío.
No hay como los pensamientos bien trabados en aforismos o en breves reflexiones, igual que no hay genio que se demore en lo complejo –porque resultaría absurdo– y pase toda su vida en escrutar la simplicidad y aprender de la sencillez.
Una novela –la que se le ocurra a quien lea estas palabras, cualquiera– siempre es una mierdecilla si se compara con un pensamiento lúcido.
¿A qué enredarse en perder el tiempo en una historia, si la historia nace sola en la cabeza a partir de una reflexión brillante?... Todo es culpa del dinero, del jodido dinero y de quienes lo mueven y lo multiplican. Ellos hacen millonario a un novelista mediocre y cierran los ojos ante la genialidad encerrada en siete palabras.

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