Anoche, charlando con mi hija sobre la idea marxista y sobre el monto actual de la democracia española, improvisando, me salió sin querer de la boca una idea brillante. El asunto iba de que en el sistema capitalista que tenemos como nicho, la izquierda sólo puede aspirar a meter pequeñas morcillitas que mejoren la calidad de vida [el estado del bienestar] de los ciudadanos obreros. En ese justo punto se me ocurrió como una premonición luminosa que la corrupción ideológica de la derecha procede principalmente de que poco a poco se está apropiando de ella la clase obrera [de momento vamos a llamarla la de los ‘obreros con ínfulas’], de tal forma que lo que antes se componía fundamentalmente de burgueses de clase, grandes empresarios tradicionales, cantamisanos y familias militares, ahora ha venido a poblarse de funcionarios mediocres, tenderillos, administrativos medios, obreros desclasados y curritos sin memoria. Tal circunstancia viene cambiando las bases y las formas, de tal manera que ahora ya no están en la derecha los mejor formados del capital, ni los más forrados de la sociedad, ni las más vivas fuerzas de los poderes militar, religioso y judicial… ahora aquella materia gris tradicional y conservadora duerme en sus cuarteles de invierno mientras ven con los ojos abiertos como platos que sus representantes institucionales vienen de la ‘abyecta’ masa contra la que lucharon a brazo partido por los siglos de los siglos, la masa obrera [mal que le pese cargar con ese título a esos ‘obreros con ínfulas’].
Esta circunstancia puede llevar en un plazo más o menos corto a vulgarizar tanto la propuesta de la derecha [antes siempre fue diletante del arte y sibarítica], que logre minarla en sus cimientos y destruirla como propuesta de lógica social en el sistema.
No hace muchos años, en mi ciudad, eran irremplazables en las listas electorales los educados fabricantes que conformaban la clase alta de nuestro pequeño sistema medieval; pero desde hace dos o tres lustros fueron desplazados por obreros sin ideología y sin norte de statu ni conciencia de clase [es perversa la definición, pero yo soy perverso] con una contundencia feroz.
Hoy, la lista diestra [de derechas, coño] de mi ciudad está liderada por un prejubilado de Telefónica y poblada por vástagos de antiguos emigrantes, gente de barrio, pequeños comerciantes, maestros de escuela, amas de casa, empleados de gasolinera, humildes funcionarios [en no todas las acepciones del término ‘humilde’], administrativos y algún que otro tipo de profesión liberal. Ninguno de ellos es sospechoso de pertenecer a la derecha tradicional, y muchos de ellos nítidos hijos del sufrimiento social que produjo el franquismo.
¿No es tal circunstancia un ejemplo claro de que los cimientos tradicionales conservadores se están minando con auténtico vértigo por esos individuos con pasado obrero y sin memoria?
Dejo este pensamiento hilvanado para que alguien intente coserlo con datos y verbo, pues no creo que sea para echarlo a basura sin darle un par de vueltas.
Esta circunstancia puede llevar en un plazo más o menos corto a vulgarizar tanto la propuesta de la derecha [antes siempre fue diletante del arte y sibarítica], que logre minarla en sus cimientos y destruirla como propuesta de lógica social en el sistema.
No hace muchos años, en mi ciudad, eran irremplazables en las listas electorales los educados fabricantes que conformaban la clase alta de nuestro pequeño sistema medieval; pero desde hace dos o tres lustros fueron desplazados por obreros sin ideología y sin norte de statu ni conciencia de clase [es perversa la definición, pero yo soy perverso] con una contundencia feroz.
Hoy, la lista diestra [de derechas, coño] de mi ciudad está liderada por un prejubilado de Telefónica y poblada por vástagos de antiguos emigrantes, gente de barrio, pequeños comerciantes, maestros de escuela, amas de casa, empleados de gasolinera, humildes funcionarios [en no todas las acepciones del término ‘humilde’], administrativos y algún que otro tipo de profesión liberal. Ninguno de ellos es sospechoso de pertenecer a la derecha tradicional, y muchos de ellos nítidos hijos del sufrimiento social que produjo el franquismo.
¿No es tal circunstancia un ejemplo claro de que los cimientos tradicionales conservadores se están minando con auténtico vértigo por esos individuos con pasado obrero y sin memoria?
Dejo este pensamiento hilvanado para que alguien intente coserlo con datos y verbo, pues no creo que sea para echarlo a basura sin darle un par de vueltas.
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La derecha es la derecha, El agua es agua, en una vaso o otro y el nivel del mar sigue subiendo y no precisamente por el cambio climático, todo es cuestión de consumo y capital
ResponderEliminarEsta claro;
ResponderEliminarLa derecha se ha socializado en su composición,y la izquierda se ha metido tanto en la sociedad de consumo que de izquierda solo le queda la ideología.
La masa obrera la ocupa en su mayoria inmigrantes que realizan los trabajos que ni unos ni otros quieren,y gracias a ellos tenemos esta democracia tan avanzada y de progreso,es un asco.
si "eñor"
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