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Ese clavito ardiendo...

Gracias a la amistad llega siempre el reposo y la mirada nueva.
Ayer estaba roto y hoy me han reparado la serenidad Cumbreño [vino cargadito de ediciones preciosas], las sonrisas canallas de Paco Ortega, la dulce longitud de su Mercedes [delicada y cierta… bellísima], el swing Antúnez [en sus versiones Stratocaster de aparejo árabe y vintage mode by Fredy’s], la paz mundial curvada en el rumor sereno más José Manuel, la soberanía castañara de Miguel S. Paso, el hacer–deshacer más Cipriano y el lívido silencio más Fernando.
‘Vaya momento para que a mí me estalle mi pensamiento’… suena mientras escribo y el mundo Ortega se me figura delicioso, curativo, absolutamente laudánico.
Y sopló la brisa para entrarme directa como un cuchillito hasta los pulmones, y se me fue medio olvidando ese mundo de espectros que consumen las ganas y también las alimentan… y miré de otra manera la ladera del monte de El Castañar, y vi el cerezo de la Venta del Bufón como un dulce presagio… querían estallar sus cerezas silvestres con ese rojo que es ardor y selva.
Paseamos Candelario con el guía mejor [el santo Antúnez] y fuimos agotados por un mundo que hay que empeñarse en que exista cada día.
Gracias, amigos, por ser el clavo ardiendo al que yo sé agarrarme.
De Tontopoemas ©...

Comentarios

  1. Y gracias otra vez por ser como eres, por puro mimetismo,capaz de animar.

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