Ir al contenido principal

A ver cómo se nos cae el año encima.


Asistí esta mañana al rito consumista familiar del intercambio de regalos navideños, y lo hice de mala ganita, como casi siempre.
Magdalena estaba posadita en su sillón, apagadita, escorada hacia la izquierda como un barco encallado, tan vegetal como un dondiego de noche y compitiendo con el reloj de bronce de falsete de la encimera en un a ver quien cojones gana… Ángel, desquiciante en su estrábico estar, como con una prisa intensa por todo y para todo, como con un hambre lunar de noches y de días completos, y enganchándonos en el magnetofón una jodida cinta antigua de villancicos que ponían un extraño rumor al rito… los demás estábamos como en una iglesia ortodoxa, calladitos, con los ojos vivaces buscando la salida o el final más cercano de ese no saber qué hacer y rogando a los cielos más unamunos que no nos nombrasen para tomar nuestro regalo… a todos nos tocó, y a cada uno, hacer el teatrito del óbolo recibido con sorpresa y comerse en un pequeño mansalva la racioncita de roscón de reyes rellenito de nata.
A mí me tocaron dos preciosos vasitos de porcelana imitando unos vasos de plástico arrugados y una regla con forma de pistola [muy adecuada para mi estado anímico actual… me servirá para medir mis disparos en justos y exactos cetímetros].
Pasé el traguito y huí hacia la derecha, que no es lo más correcto, pero algo ayuda a veces.
Con todo, hay algo que me alegra muchísimo en esta joranada, y es esa nítida sensación de final de fiestas que me logra quitar la mala leche generada por estos días falsos de atar y desatar.
A ver cómo se nos cae el año encima, a ver qué cojones nos traerá de peor, a ver cómo nos dobla el espinazo y nos arranca las uñas.
Pasó a despedirme Antonio Orihuela antes de marchar para Mérida, y puso una sonrisita en mi cara… algo es algo.


De FUMADORAS

Comentarios

  1. Es que eso son los regalos: un amigo que te visita, ya sea para despedirse o quedarse de inquilino.
    A mi tocó un leñador,jaja, en el roscón, pero era también de cerámica y es que los reyes magos ya hacen tiempo que no me visitan como debieran.
    ¿En que año se me atragantaría la última uva de la última campanada?
    Pero aún así, eso de pistolas aunque sean reglas milimétricas, no, me niego.

    Que abrigada, la de la foto
    ¿Tendrá frío?
    jajaja

    Besucos, redactor navideño malhumorado.

    ResponderEliminar
  2. Ay, me parto de risa cuando tienes el día refunfuñón y te quejas de todo!. Pero no te engañes, aunque te repatee en las tripillas, se nota que en el fondo te gustan algunas cosas de estos días de consumismo capitalista ("... unas preciosas tazas" "mi madre nos regaló unos calzoncillos rojos rechulos" si hasta la regla te ha hecho gracia, no lo niegues..)
    A veces te revelas con tu rebelión! (vaya juego de palabras fácil y tonto
    jaja, seguro que ahora estarás pensando..."de donde salió ésta gilipollas?")

    A ver cómo nos cae el año encima, y yo, (con tu permiso) añado: y a ver qué liamos, que no todo nos viene de fuera!

    Salud y suerte "amigo".
    Un saludo.

    pd.: me encanta tu punto de locura

    ResponderEliminar
  3. Soy contradicción y mis palabras lo rezuman.
    Me encanta que mi madre me regale calzoncillos y que mi Sara -'Sairu-chachachá– escoja vasitos especiales y reglas incendiarias para mí.
    Soy lo que soy y lo que no quiero ser.
    En fin.

    Besos, Nitké... Mordiscos, Donce.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj