Ir al contenido principal

Estoy realmente absorto por lo que está sucediendo...


Estoy realmente absorto por lo que está sucediendo en la actualidad política y económica. El mundo se me da la vuelta y no soy capaz de entender nada.
Veamos, me pasé más de treinta años de mi vida ideológica de izquierda pensando y reclamando que ciertos aspectos económicos y de gestión de materias primas debieran ser solo potestad de los gobiernos de las naciones, entre ellos, y fundamentalmente, la banca [su nacionalización], y el personal se reía de mí cuando lo explicaba con parámetros de lógica allí donde me encontrase [incluso compañeros de militancia sonreían por lo bajo mientras me explicaban que mi visión de la jugada era poco menos que vehemente y partía de una mirada utópica al mundo, que la sociedad reclamaba moderación y que al capitalismo había que vencerlo desde dentro y poquito a poquito, que tenía sus cosas buenas y había que aprovecharlas].
Bueno, pues estos días está en la boca de todos, y con naturalidad, la intervención de los gobiernos en el sistema bancario y la posibilidad real de esas utópicas nacionalizaciones… claro, ahora no son utópicas, porque el sistema ha entrado en pérdidas y hay que echar una mano a los pobres ricos, tan afanados durante años en recoger beneficios y en hacerse contratos blindados.
A lo que se ve, no es tan malo lo de nacionalizar la banca, sobre todo si se entiende que el poder económico en manos del estado está mucho más seguro [ahora lo dicen en todas las tribunas públicas sin ningún sonrojo], y más si se explica que las ganancias [otrora magras] irían al apartado de los fondos públicos para poder desarrollar las diversas políticas sociales y de infraestructuras de las que saldríamos todos beneficiados [eso quitando que, al no existir el hambre particular de ganancias y las fluctuaciones dirigidas de los mercados bursátiles, los productos financieros saldrían más ajustados para el consumo del ciudadano]. ¿Qué problema hay en nacionalizar la banca cuando entra en pérdidas? Ninguno [los señores de la pela están gozando de la merienda que se avecina y nuestro ministro de Economía cuenta a micrófono abierto que la administración no perderá dinero, sino que terminará ganándolo a medio plazo]. ¿Qué problema habría entonces en seguir con la nacionalización cuando se entre en ganancias? Tan solo que a los ricos propietarios de las entidades economicas se les torcerá el gesto por no ganar siempre y más. ¿Y eso nos importa? A mí, sinceramente me importa un pimiento.
Y mi estupor crece cuando son gobiernos de vendido carácter liberal y de confesada derecha los que han propiciado el abrir esa puerta que tanto propugnamos durante un montón de años los tipos de izquierda convencidos.
Ahora debieran aprovecharse las circunstancias para dar un giro y agrupar para el bien común lo que estaba atomizado para el enriquecimiento de quince o veinte particulares.
Hoy escuchaba en la tele que el dinero previsto por el gobierno español para apoyar a la banca no alcanza la mitad de las ganancias que harán públicas en un par de semanas los bancos españoles… ¿no es para intervenirlos ya mismo?
También recuerdo que me gustaba mucho la idea, y me sigue gustando, de un gran banco nacional dirigido por el estado y pequeñas bancas sectoriales participadas por lo público en las que se entienda y se atienda con especificidad a clientes con una línea común de necesidades y servicios [autónomos, funcionarios, profesiones liberales, desempleados, jubilados… etc.].
Estoy estupefacto, pero ya sé que no estaba como una puta cabra cuando pensaba como pienso y cuando pienso como pensaba.
Mi situación, hoy, es la de pequeño empresario acuciado por mil obligaciones de pago que me tienen en la cuerda floja cada día de cada mes [y también pendiente de otras mil emisiones de cobro que tardan en llegar, si llegan]. Doy empleo –no mucho, lo entiendo–, pero a mí no me ayuda nadie con paquetes de reflotación ni con medidas urgentes de saneamiento económico. Las administraciones siguen pasándome sus magras facturas y siguen pagándome cuando les sale de sus santos cojones las que yo les emito [eso sí, sin darme opciones de negociación de la pasta que me deben], mis empleados siguen reclamando sus haberes cada día uno del mes [y con justicia siempre en su criterio, pues han trabajado], las empresas que me sirven materias primas o elaboradas pasan sus efectos a treinta o sesenta días no negociables o dejan de servirme, los bancos y cajas descuentan rápidamente los plazos de hipotecas y créditos que tengo contratados con ellos, los clientes pagan cuando quieren o cuando pueden [que algunos no van a poder ya nunca]… y a mí se me está poniendo carita de carnero degollao mirando al cielo.
Que le den de una vez bien por el culo a los tipos del dinero, que los acorralen con dos cojones y les saquen del sistema de un buen empujón, que se inicie un cambio verdadero en el que todos nos sintamos apoyados y protegidos… y ya puestos, pues que se borren las jodidas fronteras, que dejen de una puta vez matricularse a mi You en la escuela de idiomas sin pararse a mirar su color o su lugar de nacimiento, que metan en la cárcel a los patronos explotadores [que hay muchos –lejanos y cercanos–] y que se instale el socialismo democrático con una buena base ideológica y con una criba de esos nuevos socialistas liberales que no hacen más que joderlo todo con sus medias tintas, sus implantes y sus trajes de firma.

Comentarios

  1. No, no estabas como una cabra. Usabas el sentido común. Pero no te preocupes por los pobrecitos banqueros y especuladores, cuando vuelva a haber "más" ganancias regresará todo a su poder y nosotros seguiremos igual de chungos.

    ResponderEliminar
  2. Ya te digo, el capitalismo nacionalizando bancos, qué fuerte!.

    Y también se reían de mí, los míos, cuando dije que el mundo se iba a llenar de corralitos! ( bueeno vaale, ya sé que eso no ha pasado, pero... casicasi.)

    Buen día! (buenas tardes no, que yo aún no he comido)

    ResponderEliminar
  3. Tienes mucha razón, Luis Felipe. Los mismos que se escandalizan de la intervención pública en la Economía cuando las cosas van bien, exigen la tutela del Estado ahora, "ya", cuando las cosas no van tan bien.
    Me gustaría que esta crisis sirviera, al menos, para reflexionar sobre la auto-regulación de los mercados y sobre el futuro de nuestro mundo. No estoy segura de que vaya a ser así.
    Abrazos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj