Termino de leer y me emociono:
“INVENTARIO DE DEUDAS
En mi caso, escribir implica siempre contraer deudas. Algunas pueden saldarse; otras me temo que no. Las que paso a enumeran pertenecen a la segunda clase. Y dado que, por mucho que lo intente, nunca llegaré a corresponderles por lo que han hecho y hacen por mí, quiero, al menos, citar aquí los nombres de esos amigos. Porque no se me olvida lo que les debo.
David Moreno, el mejor lector de esta biografía alucinada.
Luis Felipe Comendador, cuyo talento y cariño han conseguido que Béjar constituya una de las capitales de mi vida.
Basilio Sánchez, magisterio de la sabiduría y la humildad.
Antonio Reseco, el intrépido capitán de esa editorial liliputiense llamada Littera Libros.
Antonio Orihuela, el ejemplo de todo escritor que aspire a no traicionarse a sí mismo.
Y Elías Moro. Los viajes de ida y vuelta a Mérida merecen la pena sólo por el café de los jueves con él.
A todos, gracias.”
¿Cómo hago yo ahora para hablar de este libro sin sentirme mediatizado por el cariño de José María? Tendré que intentarlo, sobre todo porque el libro merece mucho la pena. A ello.
Hay algo que José María Cumbreño maneja con absoluta maestría, y ese algo es el ritmo poemático… y desde este punto de partida, mi amigo poeta ya tiene media obra trabada sin demasiados problemas… con solo haber sumado un par de ideas claras y una forma precisa, José María ya habría conseguido un resultado brillante… pero no, este tipo extremeño no se conforma con una obra cerrada con corrección y atada en un nudo funcional que penetre con facilidad en la poesía española al uso, Cumbreño va mucho más allá y busca modernidad, novedad, guiño, renovación, ironía… y lleva su excelso ritmo a un arriesgado formato fragmentario en el que cabe el lenguaje de la calle junto a las nuevas estructuras lingüísticas en las que se mueve el hombre moderno que ha sido conquistado por los mass media, y a todo ello le suma un florerito de notas a pie de página que son auténticas maravillas por sí solas… y hasta teoriza a pellizcos sin pelos en la lengua para dejarme perplejo:
“… Te pongas como te pongas,
un poema (también éste, por supuesto)
no es sino un ejercicio
de malentendidos y simetrías…”
“… El riesgo. La herida…”
“… Veintiocho signos girando
en medio de la ingravidez…”
“… La posibilidad de la caída
confiere valor al equilibrio…”
“… Los figurantes
no aparecen en los créditos…”
“Breve biografía apócrifa de Walt Disney” podría ser una aforística, un breviario de cuentos espasmódicos, la página de un diario cualquiera, un rol de dudas y certezas, la lista de una compra extraña y cierta, una hermosa novela apuntada, el diario secreto del espejo de cualquier madrastra al uso, la mirada sincopada de un buen observador, un millón de horas con un mando que cambia frenéticamente de programa en la tele de casa, un cedazo que selecciona ideas y las amontona, la piel del Hombre en tasajos descolocados, la vida entera de un hombre familiar y preocupado… pero es un poema entero, completo, hecho, conveniente y sorpresivo, un poema brillante y absolutamente original que a mí me ha dejado absorto y dispuesto a escribir, un poema que revuelve sin querer colocar nada [porque el azar quizás termine siendo el mejor de los órdenes].
Me ha encantado, sin más… y soy sincero.
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